1) "Sólo importa entrenar movimientos, no los músculos": se trata de una visión sumamente simplista y reducida. No se puede negar que se debe prestar gran atención a que acción se realiza, principalmente en trabajos de fuerza, una capacidad nerviosa que requiere de coordinación entre los distintos músculos. Sin embargo, no se debe perder de vista el trabajo muscular específico.
Un buen levantamiento también se beneficia del desarrollo de masa magra. Por ejemplo, un aumento significativo del tríceps puede ser lo que determine una suba de la carga que levantamos en press de pecho, aún cuando no se tenga una técnica demasiado buena. Muchas veces la clave para mejorar la fuerza es identificar los déficits musculares para trabajar sobre las debilidades.
2) "Los movimientos mono-articulares no sirven para un atleta": este caso es similar al anterior. Entendiendo que un movimiento que agrupe muchos músculos aporta muchos beneficios, una acción monoarticular también suma. Incluso, si no se trabaja cada uno de los músculos puede restar.
3) "Para entrenar la potencia sólo sirven las ejecuciones rápidas": este principio podría subestimar el papel de entrenar la fuerza máxima (es decir cargas altas) a la hora de mejorar la potencia. Entendiendo que esta última es la capacidad para hacer la mayor cantidad de esfuerzo en el menor período posible, debemos saber que ser más fuerte repercutirá en esta ecuación. Incluso, se trata de una capacidad mucho más entrenable que la velocidad, que está determinada principalmente por factores genéticos. Entonces, complementar los trabajos dinámicos con levantamientos pesados ayudará a mejorar la potencia.
Como conclusión, habría que recalcar que los principios simplistas deberían ser objetados siempre en el marco del entrenamiento deportivo. Se trata de un mundo complejo y dinámico en el que no se debe dejar nada librado al azar.
Por David Flier para FitnessOnline.com.ar