Cuando se presenta un calambre, el dolor que éste genera impide los movimientos normales durante unos pocos minutos, e incluso, hasta horas posteriores de la contracción.
Existen muchos factores que pueden causar un calambre muscular, pero entre los deportistas, los desencadenantes más comunes son la fatiga muscular, el ejercicio más intenso de lo normal, la deshidratación, alteraciones hormonales, desequilibrios electrolíticos o algunos factores externos , tales como el uso de medicamentos.
Cualquier músculo puede resultar afectado por un calambre, pero entre los atletas, es más frecuente su desarrollo en la pantorrilla, en los isquiotibiales, cuádriceps o músculos de la mano en el caso de los deportistas que la utilizan habitualmente, por ejemplo, jugadores de básquet.
Siempre que surge esta contracción involuntaria y dolorosa, se produce un acortamiento máximo simultáneo a un deficiente flujo sanguíneo que activa la totalidad de las fibras musculares, originando una contracción muy fuerte.
Cuando un deportista pierde mucha cantidad de líquido por sudor, acarrea también iones que disminuyen sus niveles en sangre. Frecuentemente, la pérdida de minerales como el magnesio, potasio y calcio, que intervienen en la correcta contracción muscular y en la transmisión del impulso nervioso, ocasionan un fallo en dicho proceso e impide que el músculo se relaje como debería, surgiendo así, el tan temido calambre.
Si bien las causas de calambres pueden ser muchas y aún no están bien definidas entre los deportistas, la deshidratación y los desequilibrios de electrolitos son los factores más aceptados como responsables del origen de los mismos.
Ante el desarrollo de un calambre, suele ser de gran utilidad el estiramiento suave del músculo, así como el masaje en la zona afectada. Algunos especialistas en el tema recomiendan la aplicación de calor para producir una vasodilatación y restablecer el flujo sanguíneo a los tejidos involucrados.
No obstante, siempre es mejor prevenir y para ello, nada más eficaz que hidratarse correctamente, antes, durante y después del esfuerzo, recordando que en actividades de larga duración la sola ingesta de agua es insuficiente, ya que se requiere de la reposición de electrolitos, utilizando para ello, bebidas isotónicas.
Además, llevar una alimentación equilibrada con alimentos fuente de vitaminas y minerales puede prevenir su déficit en sangre y así, reducir el riesgo de sufrir calambres.
Incluso, entrenar a una intensidad razonable, no llegar a un sobreentrenamiento que fatigue en demasía los músculos y una correcta entrada en calor y vuelta a la calma, suele ser de gran utilidad para evitar su desarrollo.
Por Gabriela Gottau para FitnessOnline.com.ar